Dos jóvenes mexicanos han desarrollado el polycrete, un material de construcción que se hace con polímeros sintéticos reciclados y que sustituye al cemento convencional
Imagina que la botella de agua que bebes diariamente terminara convirtiéndose en el techo de alguna persona en vez de ir a parar al mar. O que la última prenda de fast fashion que compraste se volviera el muro de una casa y no una pila de desechos en la basura. Estas son algunas de las ideas que inspiraron a Daniel Mata Martínez y a Francisco García Luna para crear polycrete, una mezcla química de concreto y polímeros sintéticos reciclados que sustituye al cemento tradicional. “La importancia de utilizar estos productos es para sustituir los materiales convencionales, porque derivan de una materia prima y de una producción muy contaminante”, asegura Daniel Mata Martínez, quien estudia la licenciatura en Creación de Negocios e Innovación Empresarial en Monterrey, México.
Si se considera que en México se producen 44,9 millones de toneladas de cemento convencional al año, según datos de 2015 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), y que por cada una de estas toneladas se emite un total de 770 kilogramos de CO2, el polycrete se ve como una opción más sostenible, pues no utiliza los mismos métodos para ser producido y está compuesto en su mayoría por polipropileno, polietileno y PET, que pueden ser encontrados en botellas de plástico y productos textiles. “Al estar compuesto por materiales reciclados, podría desviar muchas toneladas de textiles de rellenos sanitarios y darle una segunda vida a productos que se consideran basura, además al utilizar éste material también se podría reducir la producción de concreto normal que como los polímeros, tiene un fuerte impacto ambiental al momento de su producción”, afirma Martín Sánchez Gutiérrez, coordinador de Sostenibilidad en la Universidad de Monterrey (UDEM), institución donde nació el proyecto.
“Consideramos usar estos productos [residuos plásticos] no como una alternativa, sino como una necesidad y obligación. Nos preocupa la situación ambiental que vive Monterrey, que es la ciudad más contaminada de América Latina desde hace ya varios años, y encontramos el impacto negativo que genera la industria de la construcción, desde la explotación de la materia prima, la transportación, la producción, el envío y la construcción”, señala Daniel.
Actualmente, en el país se construyen un millón de viviendas al año, de las cuales más del 60% son casas tipo autoconstrucción donde se emplean, dependiendo la región, el block gris o el ladrillo de lama, ambos materiales contaminan en sus procesos, en su vida útil (al no mitigar el calor o el frío al interior de la vivienda y obligar al uso de electricidad buscando un confort térmico adecuado) y en la disposición final del mismo, pues no se puede hacer mucho con los escombros. “Los materiales que se emplean en la construcción en México distan mucho de ser sustentables, sobre todo si consideramos que para que la sustentabilidad sea real deberá cuidar y equilibrar los aspectos sociales, ambientales y económicos”, dice Luis Enrique Flores, académico investigador del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Y polycrete, al igual que otros esfuerzos que han surgido de universidades y centros de investigación, quiere llegar a ser un material totalmente sustentable, cuyo impacto positivo sea dejar de contaminar: “El beneficio que estamos logrando es desde la recolección de los plásticos para limpiar calles, ríos y mares, hasta una producción menos contaminante que la convencional y una construcción más limpia porque no deja escombros”, afirma Mata Martínez.
En el Instituto Tecnológico de Villahermosa rocapet fue concebido bajo esta misma idea. Este concreto hecho a partir de residuos sólidos también inició como un proyecto de investigación en las aulas de la universidad y actualmente se ha constituido como una empresa. “La idea nace de la problemática de la gestión de los residuos sólidos, la manera de incorporarlos a la industria de la construcción, y por la explotación de arena y grava, pues estos materiales representan la segunda materia prima más explotada en el mundo solo después del agua”, dice Ernesto López de la Cruz, estudiante de Ingeniería Civil del Instituto y creador de rocapet.
“Queremos cambiar la forma en que se crea la infraestructura en el mundo, haciéndola de manera sustentable, combatiendo al continente basura y la erosión de la tierra. Además de que en una segunda fase buscamos encontrar las estrategias para otorgar empleos dignos a las personas que se dedican a la recolección de residuos. De manera que pretendemos ser un empresa social y ambientalmente responsable”.
Para Ernesto, lo más difícil a lo que han tenido que enfrentarse es a la cultura de la población, pues considera que “a pesar de que hay muchas campañas de información ambiental, nos queda mucho trabajo por hacer de manera cultural en México y Latinoamérica”.